viernes, 7 de febrero de 2020

EL FEUDO DEL TONTO



El tonto crea su propio mundo, en el cual existen necesidades y dilemas imaginarios que sólo él resolverá con enardecimiento y fluidez. Plantea esos requerimientos con fe y desplante. El gran problema que ese mundo creado no tiene relación con la severa realidad. Por eso el tonto sufre una y otra vez y no sabe por que. Juega al incomprendido, al postergado. No despierta ni con cien cabezazos contra la muralla y se deprime con relativa facilidad. Los otros colaboradores se mortifican más que él, los inteligentes no le ven salida al tonto, que de vez en cuando llega a la cima de la carrera política sin entender del todo como. El tonto es de una composición química y molecular invariable. Nace así y así se irá. Por sus características es perseverante y por eso el prójimo se preocupa al divisarlo. Hay tontos que escuchan los discursos políticos sin pestañear y como no se dan cuenta de su particular condición son felices y ríen semanas completas. Generalmente sus turbadores argumentos son reiterados y maquillados a lo más. Cuando piensa demasiado se extravía totalmente. El tonto se enfada con facilidad cuando es desenmascarado, se siente perseguido. En algunas ocasiones intenta imponer sus puntos de vista con efusión, en otras se encierra en sí mismo. Ven pasar el mundo frente a sus ojos con cierta serenidad. Son especialistas en innovaciones jocosas. El tonto rara vez se llena de dudas filosóficas relevantes y cuando ve la punta de un cerro sólo ve la punta de un cerro. Muchas veces se siente satisfecho consigo mismo sin saber por que. El tonto fabrica mundos indestructibles y suele ser un comentarista impenitente.





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