Me dijeron que no copulara en la casa de mi amante Miguel porque era peligroso. Lo más seguro era un motel más él es extremadamente ahorrativo y su esposa Josefa una mujer bipolar y violenta. La historia es reiterada. Yo le pido un poco de magia en un lugar romántico y él no gasta un peso en mí y me mete en la pieza de la nana cuando Josefa se va al trabajo o asiste a alguna capacitación fuera de la ciudad. La tensión llego al límite cuando un día inesperado perdió el avión y se devolvió a la casa enojada y sin avisar. Tuve cinco segundos para huir a máxima velocidad con la ropa interior puesta que tenía. Como nunca antes corrí por mi vida.
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SOTANAS DE SATÁN
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